Adivina adivinanza. ¿En qué se parecen un espejo y una fotografía? En que los dos nos muestran una imagen de la realidad, pero ninguno la refleja exactamente como es.
Una verdad como un templo. Eso es lo que convierte a la fotografía en algo realmente inesperado para el espectador y es precisamente ese misterio en lo que hay que entrar cuando se mira una fotografía. Adivinar, intuir, imaginar lo que ha vio el fotógrafo cuando decidió apretar el disparador.
Si uno se encuentra con una pared blanca en la que se refleja la potente luz de mediodía, cómo va a resistirse a convertir en silueta al hombre del teléfono.
Creo que fue Garry Winogrand, quien dijo que no se debe confundir la fotografía con el objeto fotografiado. No es infrecuente reclamar de la fotografía un papel de notario de la realidad. Esto debe ser así, en disciplinas como el fotoperiodismo, por ejemplo, pero no es extensible al conjunto de la fotografía como lenguaje y medio de expresión. Una cámara fotográfica tiene la capacidad de registrar lo que hay delante de ella, pero el simple hecho de apretar el disparador, ya supone cierta abstracción de lo fotografiado. Una fotografía es una representación de la realidad, y como tal, está abierta a la interpretación subjetiva del fotógrafo. Así, puede ocurrir, que una imagen que el fotógrafo ve como la cruz del sur, en realidad no sea una cruz, ni esté en el sur.
Pienso que, si veo una silla en un rincón, con una luz intensa que entra en la escena por la izquierda, puede ser una buena idea hacerle una foto. Pienso que, ya que tengo una escena como esta, puede ser una buena idea ponerle como nombre, el rincón de pensar. Y ya que tengo un rincón de pensar, pienso que es mucha la gente que tendría que pasar por él. (A mí al menos, se me ocurren bastantes nombres para sentar en esa silla). Y pienso que, ya que tengo una silla y un rincón, puede ser una buena idea parafrasear los famosos versos de Becquer “Del salón en el ángulo rincón oscuro, de su dueño del pensador tal vez olvidada, silenciosa y cubierta de polvo, veíase el arpa la silla”
Una verdad como un templo. Eso es lo que convierte a la fotografía en algo realmente inesperado para el espectador y es precisamente ese misterio en lo que hay que entrar cuando se mira una fotografía. Adivinar, intuir, imaginar lo que ha vio el fotógrafo cuando decidió apretar el disparador.
ResponderEliminarRealidad frente a realidad fotográfica. Un abrazo.
EliminarFormamos partes y entre todas ellas, si se juntan adecuadamente, igual nos tropezamos con una grata sorpresa ;-) .... qué buena idea!
ResponderEliminarEstoy buscando a quien se le ocurrió hacer un espejo juntando espejitos pequeños, para darle las gracias.
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