Y saber estar, mirar y fotografiar. No hay duda de que la luz lo es todo, aquí el contraste marca la propia narrativa con ese cierto misterio que procura la penumbra en el personaje. Tan cotidiano como sorprendente
No es la primera vez que la escultura reclama su rinconcito en este blog. Sí, me gusta la escultura, me gusta recrearme en la forma como el escultor trabaja el volumen y el espacio, para crear algo que será capaz de transmitir cosas. Entre mis favoritos están Bernini, Rodin y Pablo Gargallo. Por suerte, tengo cerca la obra de este último y puedo visitarla de vez en cuando. Me atrae especialmente, "Gran profeta", una enorme escultura en bronce, que finalizó un año antes de su muerte. Siempre que la miro, no puedo evitar preguntarme qué nos gritaría hoy ese profeta de Gargallo, desde sus más de dos metros de altura. ¿Tal vez nos advertiría sobre los peligros que anuncian todas esas señales que nos van asediando, poco a poco, y que parece que nos negamos a ver? No sé si necesitamos profetas, pero desde luego, es apremiante que estemos atentos a las señales y que tengamos la sabiduría para poder interpretarlas.
Si uno se encuentra con una pared blanca en la que se refleja la potente luz de mediodía, cómo va a resistirse a convertir en silueta al hombre del teléfono.
Y cualquier fotógrafo de calle que se precie ¿debería tener alguna foto de músicos callejeros o es un tópico que es mejor evitar? Quizás se trata, como decía Elliott Erwitt, de reaccionar ante lo que ves, con suerte sin ideas preconcebidas. Es tan simple como percibir las cosas y organizarlas.
Es cierto lo que dices. La luz dibuja y el fotógrafo eterniza.
ResponderEliminarVeo una buena luz (con sus buenas sombras) y pierdo la cabeza.
EliminarY saber estar, mirar y fotografiar. No hay duda de que la luz lo es todo, aquí el contraste marca la propia narrativa con ese cierto misterio que procura la penumbra en el personaje. Tan cotidiano como sorprendente
ResponderEliminarUna esquina y una hora estupendas.
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