La calle es algo vivo, cambiante. Un lugar, donde en cualquier momento puede surgir lo inesperado. Por eso es importante protegerse: nunca se sabe qué puede caer sobre nuestras cabezas.
Si uno se encuentra con una pared blanca en la que se refleja la potente luz de mediodía, cómo va a resistirse a convertir en silueta al hombre del teléfono.
Hace unos días leía en un blog amigo (www.fotosqueimportan.com), que "todo sucede en la calle, el pulso de la vida, las emociones..." No descarto que esa sea la razón por la que he reparado en esta foto al repasar mi archivo. No puedo estar más de acuerdo. La calle contiene el pulso de la vida. Seguramente sea por eso por lo que, cuando salimos con la cámara a la calle, dirigimos nuestro objetivo hacia la gente. Quizás todo es una ilusión, un vano intento de atrapar ese "pulso de la vida" en un rectángulo de dos por tres. Y si te encuentras con algo que altera el habitual discurrir de la ciudad, por ejemplo, unas estudiantes de bellas artes dibujando un monumento, preparas la máquina de atrapar momentos, porque sabes que se producirán interacciones que no se darían si no estuvieran ellas. Si tengo que elegir entre un monumento y una escena callejera, elijo sin dudarlo la segunda. Los monumentos están, pero las cosas suceden. Y me interesa, sobre todo, lo que suced
Un buen encuadre aislando a la protagonista del resto que queda reducido a un mero escenario.
ResponderEliminarMuchas gracias, Luis.
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